Sentimientos confrontados

Un helado de nata y fresa. Es la comparativa que usa la autora de «Nunca seré tu héroe», uno de esos libros que te obligan a leer en el cole cuando todavía eres adolescente, y no te gusta leer, aunque la verdad, a mi siempre me ha gustado (si, lo se, soy un poco raro).

Eso es lo que me pasó este pasado miercoles cuando a las 10 de la noche apagué la tele y vi la fiesta que se había montado en Bilbao. No voy a ser de los llamados «politicamente correctos», de los que dicen, «mejor que gane un equipo vasco» ni de los que digan que pasan del futbol. El futbol, me apasiona, me divierte, me hace llorar de emoción y de alegría, me hace vibrar y sufrir, me hace sentir emociones diversas. El del miercoles, no es un caso especial. Yo, no voy a mentir, iba con el Sevilla. No me pregunteis por que, no lo se ni yo, pero mi educación futbolística, me obliga a odiar a esos que visten de rojo y blanco, quizá, porque me educaron así desde pequeño, quizá, porque conozco gente inepta seguidora de ese equipo, aunque sea verdad, que esa calaña de gente la tienen en todos los clubes.

San Mames no me da envidia, yo disfruto en Anoeta. Cuando el otro día me enteré, que en Bilbao se había quedado a las 6 de la tarde delante de la puerta del hotel de concentración para acompañar al equipo, que querían llenar San Mames media hora antes para motivar al equipo, cuando en menos de 40 minutos el Athletic enchufó tres… lo primero que se me vino a la cabeza, no lo negaré, fue: «Putos subnormales». Después, y más en frío, medite, y llegué a la conclusión, de que yo, sería uno de esos seguro. No es una envidia, si es un sentimiento de querer disfrutar de tu club, y tener la sensación de que algún malnacido, que encima no siente los colores, no te deja. Que no hay apoyo institucional en el equipo, que somos un equipo de Segunda, y no en Segunda como el año pasado, y que no tiene pinta de que esto se arregle, hasta que alguien de un golpe encima de la mesa. Y el último que lo dio, no duró un año.

De todas formas, siempre habrá algo que nunca entenderé, y es, como alguien puede traicionar sus principios. Igor Gabilondo, jugador de la cantera de la Real, cuando termina su contrato, y la Real no le renueva, se busca una salida. Bilbao. Nunca lo criticaré. No meto en el mismo saco a gente como Etxeberria y Gabilondo. Iraola y Zubiaurre. Hay que saber diferenciar, cuando te buscas la vida para seguir jugando, y cuando traicionas a los que te lo dieron todo. Por eso, hubiese comprendido, que Igor Gabilondo el miercoles a la noche, celebrase la victoria. No todos los días se tiene la oportunidad de disputar una Copa del Rey. Lo que nunca entenderé, es como unos pocos días después de dejar la Real, Gabilondo manifestaba que siempre llevaría a la Real en el corazón, y el miércoles saltaba al canto de «Athletic!!! Athletic!!!» en el palco de San Mames. Una decepción, como persona, nunca como profesional, sobre todo, tras enterarme que el año pasado, se ofreció para venir como refuerzo de invierno, si el presidente le igualaba la oferta económica del Athletic. Eso, es una traición a los colores, a los sentimientos, a los principios. Y no se olvida. Nunca.

Sed felices, o parecedlo

Publicado el 6 marzo 2009 en Real, Siempre subjetivo. Añade a favoritos el enlace permanente. 1 comentario.

  1. Pues a mi si que me da envidia el Athletic. No por que llenen el campo cuando todo va bien, sino por que lo llenan cuando todo va mal.

    Y es normal que Gabilondo se contagie del ambiente; creo que cualquiera lo haría. No entendí por que no lo renovaron en la Real, pero esa es otra historia…

    Ondo segi, Alvaro!

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